En México, las finanzas se aprenden en la mesa, en la tanda o viendo cómo nuestros papás le hacían milagros a la quincena. A veces nos funcionó… otras no tanto. Pero todo nos marcó.
Frases como: “Guarda tan bien tu dinero que ni tú lo encuentres”, eran nuestro día a día. Las abuelitas mencionaban que nunca dejaras dinero en el banco porque “ahí te lo robaban con puros cobros”.
Igual que las abuelitas, muchos aprendimos a guardar nuestra lana en sobres, bajo el colchón, entre libros viejos o en una cazuela que ya nadie usaba. Creíamos que era lo más seguro. Pero, ¿lo es? Estas costumbres no nacieron de la nada. Las aprendimos desde niños, en pequeños momentos de la vida cotidiana.
Bienvenidos a MEXAprende: donde la maestra es la vida misma
En México, la mayoría no aprendió sobre finanzas con libros, hojas de Excel ni clases de economía. Aquí, la escuela fue la vida misma. Aunque el 71.5% de las personas mayores de 18 años dice haber recibido algún tipo de educación financiera, para el 66.7% su primera maestra fue la familia.
Nuestros mentores fueron nuestras mamás, abuelos, tías, vecinos, y hasta el compa de la chamba que siempre tiene un buen consejo.
Esas enseñanzas nos educaron:

La educación financiera mexicana está tejida con refranes, creencias y costumbres. Algunas nos ayudan, otras nos frenan sin que lo notemos.
Frases que seguro escuchaste 🦻
- “Primero lo necesario, luego lo bonito.”
- “El dinero se cuida como si fuera agua.”
- “De poquito en poquito se llena el jarrito.”
- “Ahorra por si las moscas.”
Creencias que heredamos 👵
- Que ahorrar es esconder el dinero, no hacerlo crecer.
- Que pedir prestado siempre trae consecuencias malas.
- Que invertir es solo para ricos.
- Que, si tienes dinero, es mejor no decirlo, “por si el SAT”.
Todas estas ideas, aunque bien intencionadas, también nos enseñaron a vivir con cuidado y a veces con miedo.
La tanda, la vaquita y el milagro de la quincena
Casi todos los mexicanos conocemos a alguien que está en una tanda, que organiza vaquitas o que hace rendir la quincena como si fuera magia. Eso también es educación financiera, solo que no se llama así.
Lo aprendimos desde chicos:
- Cuando vendíamos dulces en el salón “para apoyar en casa” o en la uni para ese dinerito extra.
- Cuando nos daban domingo y teníamos que estirarlo toda la semana.
- Cuando veíamos a mamá dividir el dinero en sobres: para luz, para gas, para comida… y a veces, para un gustito.
- Cuando nos enseñaron que ahorrar es guardar, aunque sea en una lata de galletas.

No todo está mal. Nuestros aprendizajes nos ayudaron a sobrevivir. Nos hicieron ingeniosos, creativos, capaces de estirar el gasto y hacer rendir hasta el último peso. Pero también es cierto que algunos consejos nos han limitado:
- Nos enseñaron a no gastar el dinero… en lugar de enseñarnos a usarlo con consciencia y confianza.
- A desconfiar de los bancos, sin conocer las herramientas que hoy tienen para ayudarnos.
- A tenerle miedo a invertir, aunque existan opciones seguras y accesibles.
Hoy sabemos que lo que aprendimos es parte de nuestra cultura, y que no se trata de borrar nada, sino de sumar. De aprender con lo nuevo sin olvidar lo que ya sabíamos.
Porque en Bankaool entendemos que la educación financiera también se construye desde las historias. Desde el guardadito que viste hacer a tu papá, hasta la vez que te tocó decidir entre pagar la luz o comprarte ese cafecito de todos los días.
Queremos hablar de eso. De lo que sí sabemos. Y de lo que podemos aprender.
¿Y tú cómo aprendiste de dinero?
Si tú también creciste con refranes, tandas, alcancías escondidas y consejos de la abue, cuéntanos tu historia.
Comparte tu anécdota en redes usando el hashtag #MEXAprendimos. Queremos escuchar cómo aprendiste de dinero. Porque nadie sabe más de finanzas cotidianas que un mexa con ganas de salir adelante.